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El primer descuido que tenía ese modelo se encontraba en la concepción del núcleo, pues los protones no podrían mantenerse unidos, teniendo la misma carga. Esto lo solventó el propio Rutherford, quien teorizó la existencia de una partícula neutra que ejerciese las fuerzas necesarias para la cohesión de los protones. Tal y como supuso, se descubrieron años más tarde el protón (En 1919 por él mismo) y el neutrón (En 1932 por James Chadwick).
El segundo problema, más importante quizás, se encontraba en su modelo de órbitas similares a las planetarias. Dada la evidencia de que una carga eléctrica acelerada irradia radiación electromagnética, no sería plausible tal modelo, pues los electrones, cargas negativas, se encontrarían expuestos a aceleraciones a lo largo de su órbita, y consecuentemente perderían energía, traduciéndose esto en un colapso de los electrones con el núcleo. La solución vino de la mano de Niels Bohr, y la cuantización de las órbitas, aplicando ciertos conceptos, entre los que se incluyen la teoría de los cuantos de
energía propuesta por Planck. Por medio de esta nueva teoría, sería posible que los electrones se encontrasen en un estado en el cual no producirían radiación electromagnética en sus órbitas estables. De acuerdo con ello, además, absorberían o emitirían radiación si ganasen o perdiesen energía al pasar de una órbita a otra.
Este nuevo modelo cuántico propuesto por Bohr sería perfeccionado por otros grandes científicos, hasta llegar al modelo actual, obra de Erwin Schrödinger.
Muy bien.
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